Según el DRAE, “identidad” es el conjunto
de rasgos propios de un individuo
o de una colectividad que los
caracterizan frente a los demás.
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Las preguntas comunes que
se plantean los filósofos, los literatos, los sociólogos y últimamente los
psicólogos es “¿QUIÉNES SOMOS?”, “¿POR QUÉ SOMOS ASÍ?”, y “¿QUÉ QUEREMOS SER?”
Desde el punto de vista filosófico,
quizás sea la reflexión sobre lo que nos pasa en una época o en un lugar,
especialmente al preguntarnos acerca de ¿QUIÉNES SOMOS? Sus conclusiones no
pretenden ser científicas; sino sugerentes y, a veces, simplemente irónicas,
como ya lo hiciera Sócrates (470 – 399 a.C.), el gran irónico de todos
los tiempos el cual, mientras vivía su época, tomaba distancia crítica de la
misma.
La problemática de la
identidad personal y social sigue fascinando las meditaciones filosóficas como
aún fascina la expresión de Heráclito (535 – 484 a.C.): “No te podrás sumergirte
dos veces en el mismo río”, pero aun así está el río, que es siempre río, sin
tener las mismas aguas. La identidad real es una forma -permanente de ser en
medio de variaciones- donde transita, en su trayecto, el cambio que las
requiere para ser cambio; y la idea de identidad es la toma de conciencia de
esa permanencia en el cambio; permanencia del “yo” (lo que nos da la idea de
identidad personal) y permanencia del “nosotros” como distintos de los otros
(lo que nos da la idea de identidad social).
Hegel (1770 – 1831) elaboró una
concepción idealista de la sociedad. Él sostenía que la relación entre la
diversidad y la identidad suele implicar un proceso evolutivo y dialéctico que
no es simple ni lineal. Según Hegel, la identidad en cuanto es autoconciencia
de la propia permanencia requiere de otra autoconciencia, porque “sólo es en
cuanto se la reconoce”. En las Lecciones de Historia Universal, Hegel afirmaba
que para que se dé la identidad de un pueblo era necesario que tomara
conciencia de lo que era.
Desde el punto sociológico,
el sociólogo francés Emile Durkheim (1858 – 1917), es quien define la
conciencia colectiva como aquella que designa los valores, las creencias, las
actitudes y las conductas que un grupo social muestra en una comunidad y que
constituye el fundamento de la identidad social.
Desde el punto de vista
psicológico es E. Erikson (902 – 1994), quien señala que la
formación de la identidad emplea un proceso de reflexión y observación
simultáneas que tiene lugar en todos los niveles del funcionamiento mental.
Según este proceso, el individuo se juzga a sí mismo a la luz de lo que percibe
como la manera en que los otros lo juzgan a él comparándolo con ellos y en los
términos de una tipología significativa para estos últimos, por otra parte,
juzga la manera en que los otros lo juzgan a él, a la luz del modo en que se
percibe en comparación con los otros y en relación con tipos que han llegado a
ser importantes para él. Por suerte este proceso es, en su mayor parte,
inconsciente...
Con estas previsiones cabe
considerar que pocas ideas y presupuestos son tan necesarios para la existencia
de una sociedad como: La identidad real y, la idea de la identidad.
- Identidad es un término que -como todos los terminados en “-dad”- expresa un concepto abstracto. La identidad expresa la cualidad abstracta de un ente (cosa, persona, o ente social institucional), por la cual ese ente es permanente y, en ese sentido, el mismo, respecto de dos o más momentos. Si un ente permanece el mismo, en lo esencial, se puede hablar identidad esencial: en este caso, la esencia de algo -lo que es permanentemente- expresa su identidad, más allá de los cambios accidentales físicos, históricos, dialécticos o culturales que padece.
- La idea de la identidad -que siempre se da en un sujeto o grupos de sujetos- supone, además, personas conscientes de su permanencia, de lo que son, de sus proyectos de vida, de lo que pueden lograr y de lo que serán responsables. Es admisible que tanto personas como pueblos tengan una identidad real y, no obstante, no siempre tengan idea de su identidad.
- La identidad social implica, además, personas con un sentimiento de pertenencia referido a un sistema representativo de roles específicos, concretos e interactivos (con sus formas de vida, sus sanciones, castigos o premios) y con un imaginario en el cual participan (grupo de referencia). Todo ello constituye la permanencia, sin la cual no es posible la identidad real y hacernos luego una idea de la misma.
- La identidad nacional, es definida por Maritza Montero, como una constelación relativamente permanente de significados y representaciones que permite a los miembros de un grupo social con elementos históricos, territoriales y socioculturales comunes (lenguaje, costumbres, religión e instituciones socioculturales) identificarse como interrelacionados; por lo que el término de identidad es básico para definir que nos caracteriza como grupo y que nos distingue de otros.
Conclusión:
La identidad es, ante todo, un acontecer real de una
persona o de una institución implica el sentimiento de la permanencia en su ser
y la pertinencia a él (de modo que todos sus actos le pertenecen).
Desde un punto de vista social la identidad puede
definirse como: el sistema unitario de representaciones de sí elaboradas a lo
largo de la vida de las personas a través de las cuales se reconocen a sí
mismas y son reconocidas por los demás, como individuos particulares y como
miembros de categorías sociales distintivas. La identidad es el principio a
través del cual el sujeto define lo que es y lo que es para otros.
Si se niegan los presupuestos de la identidad
individual y social, ninguna sociedad es posible, porque ninguna persona ni
sociedad, serían responsables de sus actos. Para ser responsable es necesario
ser (sentirse) la misma persona o institución ante, durante y después de las
acciones que se realizan.
¿Sabías que?
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