domingo, 6 de mayo de 2012

TARMA Y SU IDENTIDAD CULTURAL Y ÉTNICA


Es gracias a Adolfo Vienrich De la Canal (1867 – 1908), cuyo carácter polifacético (maestro, filólogo, periodista, folklorista) relacionó al pueblo y la educación como las dos temáticas constantemente presentes en su pensamiento y obra, la cual se manifiesta al redactar en Tarma los periódicos radicales como “La Autora de Tarma”, que según Erasmo Carpio, recibió su impulso enciclopédico; y “La Aurora” o en el primer periódico bilingüe, quechua – castellano “Aurora Pacha Huaray”, que fue recibido como una aportación única en su género por, entre otros, Ricardo Palma y Federico Max Uhle.
Maestro por vocación, Vienrich continua en Tarma su labor docente, iniciada en Lima, como profesor de ciencias en el Colegio Nacional San Ramón 7y en la escuela nocturna del Centro de Artesanos Confederado, en cuya inauguración mencionó: “La escuela es la democracia en acción”.
La educación, dice, es “el único recurso que nos queda para levantar a nuestro país de la postración”, aunque, como el mismo anotaba, “la enseñanza nacional con espíritu y tendencias peruanas, no existe en la república ni en embrión”. ¿Adónde, pues, ir para encontrar este espíritu y tendencias peruanos?”. Es así que decide situar su punto de búsqueda y emprende el rastreo de una literatura y floklore desconocidos para educar con ellos y después de hurgar por los diversos rincones de la ciudad de Tarma, en busca de las fuentes populares de la literatura indígena; logra publicar sus dos libros fundamentales “Azucenas quechuas” y “Apólogos quechuas”, que aparecen en 1905 y 1906, respectivamente, bajo el seudónimo de “Unos Parias”.
Es en Azucenas Quechuas, que Vienrich, hace hincapié en la relación del quechua con la lengua griega, refiriéndose a Vicente Fidel López, quechuólogo argentino, quién hayo analogías entre estas dos lenguas, fundándose tanto en las raíces como en el mito que entraña. Al restablecer las raíces quechuas de acuerdo con el propio vocabulario que las contienen y colocadas las letras griegas en el lugar de las letras itálicas resulta en griego con el mismo sentido que en el quechua.
El texto puesto en estudio es el siguiente:


Espero que con estos aportes empecemos a valorar nuestra cultura indígena y formar nuestra personalidad con el amor propio a una de las culturas más grandes del mundo, la cultura incaica.



"El Perú es un país de todas las sangres"
José María Arguedas

LA IDENTIDAD PERUANA


Es desde el siglo XVI hasta hoy que el tema de la identidad peruana ha sido entendido de diversas maneras, debido a que ha sido incursionado a través de la historia, la política, la literatura y últimamente las ciencias sociales (ciencia política, sociología o antropología). En principio, podemos clasificarlos en cuatro grandes grupos, de acuerdo al tipo de identidad que reconocen o desean imponer en la población del país. Los diferentes tipos de identidad son:

1.    Identidad Dinástica

La idea de entender la identidad peruana desde el punto de vista dinástico fue una tendencia puramente colonial, pero tenía una base pre-colombina en el imperio de los Incas, cuya identidad se basaba también en elementos dinásticos. Desde esta concepción la identidad era concebida como la relación de lealtad hacia la dinastía gobernante y no con el territorio ni con la cultura. Fue Inca Garcilaso el primero en considerar al Perú su patria.


2.    Identidad Territorial

Surge por la crisis de la identidad dinástica en el siglo XVIII, debido a la percepción de que los intereses de la metrópoli española no coincidían y en algunos casos entraban en contradicción con los intereses americanos. Se reconoce a Juan Pablo Viscardo y Guzmán como uno de los primeros representantes en defender el territorio, quien en su célebre " Carta a los españoles Americanos" publicada en 1792 conmina a los habitantes del Nuevo Mundo a romper lazos con España, mencionando que "El Nuevo Mundo es nuestra Patria, su historia es la nuestra”. Al igual que Túpac Amaru II consideraba al Perú su patria. 
La visión Territorialista es igualmente compartida por Jorge Basadre , el historiador de la República, que en su obra principal "Historia de la República del Perú", manifiesta: "Lo peruano es primariamente una comunicación, unidad substancial de elementos heterogéneos, conciencia simultánea de lo diverso y uno".

3.    Identidad Cultural y Étnica
Esta ha sido una de las corrientes más importantes sobre todo en el periodo de 1920 a 1970. El núcleo de la nacionalidad se identifica en un caso con lo andino y lo indio, en otro caso con lo hispánico. Todo lo otro tiene que subordinarse a ese núcleo que representa el verdadero Perú. Estas dos visiones fueron evidentemente antagónicas.
La visión hispanista, proporciona la idea de que lo hispano es lo que da identidad a lo peruano. Data de la colonia y su primer representante fue Juan de Solórzano Pereyra quien en su "Política Indiana" (1648) recalca la fundamentación doctrinal del gobierno de los españoles sobre los indios. Este fundamento es por un lado el derecho de conquista y de otro el mérito de haber triado la civilización a estas tierras.

Mientras que la visión indigenista proclamo lo autóctono, lo indio (entendido básicamente como andino) como el núcleo de la identidad peruana. Un antecesor de esta corriente lo encontramos en Felipe Huamán Poma de Ayala quien en su obra "Nueva Crónica y Buen Gobierno" (1615) hace escuchar la misma voz de los indígenas.
Los criollos, a pesar de ser descendientes de los españoles conquistadores asumieron como propia la historia incaica y vieron la llegada de los españoles como una invasión, la colonia como tres siglos de dominación y la independencia como la liberación. La identificación con lo indio y lo andino sin embargo era- como lo dice Basadre- una identificación histórica y simbólica. El indio real contemporáneo recibió muy poca atención y durante los primeros años de la república estuvo menos protegido que durante la colonia.
El verdadero indigenismo recién aparece en el siglo XX. Su antecesor es Manuel González Prada con su artículo " Nuestros Indios" (1905) que forma parte final de su libro "Horas de Lucha", en donde señala que los indios son conservados en la ignorancia y la servidumbre, son envilecidos en el cuartel, embrutecidos con el alcohol y lanzados a destrozarse con las guerras civiles y de tiempo en tiempo se organizan cacerías y matanzas contra ellos.

4.    Carencia de Identidad
En la década de 1960 se sostiene que el Perú carece de una identidad principalmente porque no constituye una Nación. Poco hay en común entre una persona de clase media limeña con un campesino de Huancavelica, uno de Puno, otro de Piura y un miembro de una comunidad tribal amazónica. Todos están en el territorio del Perú, pero no todos pertenecen a la misma nacionalidad. Encontramos este pensamiento en embrión en el joven Víctor Andrés Belaúnde. No llega a negar la existencia de una identidad ya que asume la tesis de una nacionalidad mestiza, pero sin embargo recalca la debilidad de la conciencia nacional peruana. En "Meditaciones Peruanas ", publicada en 1932 incluye un artículo de 1917 "Las deficiencias en la Cultura Nacional " en donde dice: "La conciencia colectiva en el Perú ha sido débil... La cultura peruana no ha contribuido a crear esa conciencia colectiva, ni a orientar esas aspiraciones, ni a formar esos ideales." (Belaúnde, 1932, 142).



sábado, 5 de mayo de 2012

¿QUÉ ES LA IDENTIDAD?



Según el DRAE, “identidad” es el conjunto de rasgos propios de un individuo
o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás.
Las preguntas comunes que se plantean los filósofos, los literatos, los sociólogos y últimamente los psicólogos es “¿QUIÉNES SOMOS?”, “¿POR QUÉ SOMOS ASÍ?”, y “¿QUÉ QUEREMOS SER?”

Desde el punto de vista filosófico, quizás sea la reflexión sobre lo que nos pasa en una época o en un lugar, especialmente al preguntarnos acerca de ¿QUIÉNES SOMOS? Sus conclusiones no pretenden ser científicas; sino sugerentes y, a veces, simplemente irónicas, como ya lo hiciera Sócrates (470 – 399 a.C.), el gran irónico de todos los tiempos el cual, mientras vivía su época, tomaba distancia crítica de la misma.
La problemática de la identidad personal y social sigue fascinando las meditaciones filosóficas como aún fascina la expresión de Heráclito (535 – 484 a.C.): “No te podrás sumergirte dos veces en el mismo río”, pero aun así está el río, que es siempre río, sin tener las mismas aguas. La identidad real es una forma -permanente de ser en medio de variaciones- donde transita, en su trayecto, el cambio que las requiere para ser cambio; y la idea de identidad es la toma de conciencia de esa permanencia en el cambio; permanencia del “yo” (lo que nos da la idea de identidad personal) y permanencia del “nosotros” como distintos de los otros (lo que nos da la idea de identidad social).
Hegel (1770 – 1831) elaboró una concepción idealista de la sociedad. Él sostenía que la relación entre la diversidad y la identidad suele implicar un proceso evolutivo y dialéctico que no es simple ni lineal. Según Hegel, la identidad en cuanto es autoconciencia de la propia permanencia requiere de otra autoconciencia, porque “sólo es en cuanto se la reconoce”. En las Lecciones de Historia Universal, Hegel afirmaba que para que se dé la identidad de un pueblo era necesario que tomara conciencia de lo que era.

Desde el punto sociológico, el sociólogo francés Emile Durkheim (1858 – 1917), es quien define la conciencia colectiva como aquella que designa los valores, las creencias, las actitudes y las conductas que un grupo social muestra en una comunidad y que constituye el fundamento de la identidad social.

Desde el punto de vista psicológico es E. Erikson (902 – 1994), quien señala que la formación de la identidad emplea un proceso de reflexión y observación simultáneas que tiene lugar en todos los niveles del funcionamiento mental. Según este proceso, el individuo se juzga a sí mismo a la luz de lo que percibe como la manera en que los otros lo juzgan a él comparándolo con ellos y en los términos de una tipología significativa para estos últimos, por otra parte, juzga la manera en que los otros lo juzgan a él, a la luz del modo en que se percibe en comparación con los otros y en relación con tipos que han llegado a ser importantes para él. Por suerte este proceso es, en su mayor parte, inconsciente...

Con estas previsiones cabe considerar que pocas ideas y presupuestos son tan necesarios para la existencia de una sociedad como: La identidad real y, la idea de la identidad.
  1. Identidad es un término que -como todos los terminados en “-dad”- expresa un concepto abstracto. La identidad expresa la cualidad abstracta de un ente (cosa, persona, o ente social institucional), por la cual ese ente es permanente y, en ese sentido, el mismo, respecto de dos o más momentos. Si un ente permanece el mismo, en lo esencial, se puede hablar identidad esencial: en este caso, la esencia de algo -lo que es permanentemente- expresa su identidad, más allá de los cambios accidentales físicos, históricos, dialécticos o culturales que padece.
  2. La idea de la identidad -que siempre se da en un sujeto o grupos de sujetos- supone, además, personas conscientes de su permanencia, de lo que son, de sus proyectos de vida, de lo que pueden lograr y de lo que serán responsables. Es admisible que tanto personas como pueblos tengan una identidad real y, no obstante, no siempre tengan idea de su identidad.
  3. La identidad social implica, además, personas con un sentimiento de pertenencia referido a un sistema representativo de roles específicos, concretos e interactivos (con sus formas de vida, sus sanciones, castigos o premios) y con un imaginario en el cual participan (grupo de referencia). Todo ello constituye la permanencia, sin la cual no es posible la identidad real y hacernos luego una idea de la misma.
  4. La identidad nacional, es definida por Maritza Montero, como una constelación relativamente permanente de significados y representaciones que permite a los miembros de un grupo social con elementos históricos, territoriales y socioculturales  comunes (lenguaje, costumbres, religión e instituciones socioculturales) identificarse como interrelacionados; por lo que el término de identidad es básico para definir que nos caracteriza como grupo y que nos distingue de otros.

Conclusión:
La identidad es, ante todo, un acontecer real de una persona o de una institución implica el sentimiento de la permanencia en su ser y la pertinencia a él (de modo que todos sus actos le pertenecen).
Desde un punto de vista social la identidad puede definirse como: el sistema unitario de representaciones de sí elaboradas a lo largo de la vida de las personas a través de las cuales se reconocen a sí mismas y son reconocidas por los demás, como individuos particulares y como miembros de categorías sociales distintivas. La identidad es el principio a través del cual el sujeto define lo que es y lo que es para otros.
Si se niegan los presupuestos de la identidad individual y social, ninguna sociedad es posible, porque ninguna persona ni sociedad, serían responsables de sus actos. Para ser responsable es necesario ser (sentirse) la misma persona o institución ante, durante y después de las acciones que se realizan.

¿Sabías que?